lunes, 1 de septiembre de 2014

Discotheque

Luces de neón como único Sol. A cámara lenta, la multitud escupe su cerebro y lo pisotea al ritmo de un tambor taladrador. Dicen que la noche es joven, pero les falta añadir que pervierte la adolescencia. Bajo la artificial iluminación de esas lámparas horteras todos son la misma persona. Con el corazón en el punto de mira de los láseres, enfrían sus almas y cuando se encuentran heladas, salen a la caza en busca de alguna presa borracha intentando no sentir nada.

Ella se dispone a adentrarse en ese submundo. Cada crepúsculo hace su aparición estelar. Efectúa su grandiosa entrada y pisa la pista con sus tacones de baile. La muchedumbre se paraliza en una imagen congelada. Su larga melena como estandarte anuncia que ella es la reina. Sus rizos morenos ondean al son de la expectación. Sus labios carnosos y rojos como la sangre advierten de su peligro.

Colonia en vena es sinónimo de diversión selénica. Entre chupitos de cuero bebe la ilegalidad. Desinhibida desnuda su voluptuosidad. Melodías pegajosas impregnan su pálida piel. Mueve sus medias rotas danzando una coreografía boba. Sus pies exudan tras las cabriolas. Ella no va al instituto y transgrede las normas. Iletrada por saltarse las clases piensa que es una chica mala. Se cree veneno, pero la infectada es ella.


Su lápiz de ojos desmesurado cruza la mirada con un apuesto púber. De pelo ceniciento, su cuerpo delgado sólo zapatea. Su iris de tequila lo hipnotiza. Su aroma a tabaco barato lo adormece y confunde. Sirena discotequera seduce a su marinero desacompasado. Magnética, lo atrae con sus brujos encantos hasta sus fauces. Sus cuerpos entran en contacto y un virus químico enferma su encéfalo. Dos desconocidos para siempre compartiendo un momento íntimo entre el alboroto. Sus fuertes manos rodean su cintura y se introducen bajo su camisa escalando su espalda. Es entonces cuando se da cuenta de que ella ha sido la víctima del engaño. El chico abre su boca de lobo y con sus zarpas le rasga el vestido de seda. En su último aliento ella suspira a través de sus decaídas comisuras:


-¿Esto es amor?
-Esto es amor.

La bola de espejos cae sobre su cabeza.