sábado, 14 de noviembre de 2015

treize

un disparo a bocajarro
miles de pensamientos libres estallan en pedazos
se rompen
imágenes de vidas fragmentadas
hasta que su piel se agrieta
y su pecho sangra
el vaho de un último suspiro
momentos de recuerdos interrumpidos
que revientan en el tiempo
la muerte les arranca la ignorancia
del único sentimiento compartido
aquello que creían desconocer
hasta su punto final.
.su corazón se para.
ilusiones que han volado por los aires
sus miradas vacías se han convertido en río
y el horror se refleja en los trozos de cristal sobre el asfalto
no habrá más gritos tras la efímera caricia
con el frío
acabaron
yacen quietos
sordos, sus cuerpos
no responden
no quieren escuchar
el silencio
sus ojos ya están secos
sin lágrimas que derramar
las nuestras no se evaporarán
sus huesos se dilatan
por el alquitrán
la angustia ha solidificado en sus esquinas
escenarios de sueños coagulados
bajo la tapa de los sesos
han matado ni por un dios ni por nada.

Dedicado a las víctimas de los atentados vividos en París este 13 de noviembre.



lunes, 2 de noviembre de 2015

Salino

Los pecados que he cometido
habitan en las grutas de mi pecho
y cuando despiertan,
brotan de mi garganta de los infiernos.
El oxígeno no me baña hasta las yemas de mis dedos
e interferencias agitan mis pensamientos.
La savia no fluye por las tráqueas del árbol de la ciencia.
y el frío cristaliza en su leño.
El hierro de mi sangre no se oxida.
Los gritos enterrados bajo sus raíces
ascienden por sus tortuosas ramificaciones
para henchir sus brazos
y el plasma etéreo criogeniza entre las bifurcaciones.
Me cuesta respirar.
El crimen que emana de mis profundidades
colapsa mis pulmones
y el firmamento pleural se ve sacudido por el vívido sueño.
El delirio se escapa junto a mi aliento.
La ventisca aúlla demente en la cumbre
y lo está destrozando todo.
Me hiere por dentro.
En el glaciar me estoy helando por mis recuerdos.
Los cadáveres de todas aquellas ilusiones que dejé morir
duermen sobre mi azulada piel.
La nieve me besa en mis labios entumecidos
y un manto de escarcha cubre sus pliegues.
Mi boca se congela en el gesto.
Me desgarro en el paroxismo más gutural
hasta que la sal se disuelve
y desciende por mi carne.