jueves, 25 de octubre de 2012

Lunas Rosas

Deseo,
tu luna
que si no echa a volar,
es por el más privilegiados de los cuellos.

Los rizos simpáticos
y caprichosos de tu cabello corto,
negro como el carbón,
oscuro como la medianoche.

Tu nariz esbelta,
redonda y delicada,
siempre congestionada.
Dando leve luz rosada
al faro de tu cuerpo.

Tus ojos febriles azules,
turquesas como el cielo,
inestables como la mar.
Encerrados por frondosas púas negras.
Perfilados por finas estelas
de un oscuro cometa.

Tus labios pálidos
y rosados.
Pastel como la más
rica ternura.

Tu sonrisa nerviosa
de media luna,
la leve exaltación
de tus comisuras.

Tu piel pálida y blanca,
blanca como la nieve
cual más frío cadáver.

Tus mejillas sonrojadas
y ardientes,
como luna rosa sobre la nieve.

El ritmo irregular
de tu respiración nerviosa
y entrecortada.

El temblor
de tus manos indecisas
deslizarse sin embargo elegantemente
sobre el piano,
mientras música angelical
danza en mis oídos.

Titubeantes,
temblorosas,
la notas
se posan en
mi alma
formando la más
hermosa de las melodías.

Las hojas esmaltadas
que se encuentran en lo más alto
de tus ramas
cubiertas de perpetua nieve.
Sobre todo, aquella más
pequeña e imperfecta.

Deseo
sufrir tus pequeñas
e irritantes manías.
Compartir contigo tus
desvaríos.

Tu personalidad nerviosa,
tu inestabilidad mental,
tus sentimientos ambiguos,
de doble filo
y doble cara.

Tu locura,
mi locura.
Deseo,
toda nuestra locura.

martes, 12 de junio de 2012

Mar abierto

Con este texto quede en séptimo lugar en el concurso de microrrelatos que organizó Antena 3 el año pasado con motivo de la celebración de la Feria del Libro en Madrid. Espero que os guste.

Mar abierto.Una inmensidad de aguas turbias rodean la embarcación. Dentro 108 personas en busca de felicidad.Durante el viaje,de comer, agua salada, de beber,  lágrimas secas.Avistan tierra. Su llegada se convierte en sueños rotos.Caras destrozadas se alejan de la meta y vuelven al punto de partida.

sábado, 5 de mayo de 2012

Hera desconfiada

Este es otro relato que escribí cuando tenía 12 años. Lo presenté al periódico escolar la Gaceta donde me lo publicaron.


Cierto día de agosto, Hera estaba esperando a Zeus impaciente. Se había ido hace tres días y no volvía. Hera estaba muy enfadada: seguramente Zeus se había ido a seducir a cualquier mortal que encontraría por ahí. Cuando volviera le echaría una buena bronca ¡Vaya que sí! Pondría el grito en el cielo. Hera estaba sentada en la puerta principal del Olimpo con las cejas fruncidas y cruzada de brazos. Hermes pasaba por allí, al ver la expresión de la cara de la diosa, preguntó:
-¿Qué te pasa, Hera?
-Nada, nada, tan sólo es tu padre que se fue hace tres días y no ha dejado ni rastro-contestó muy alterada.
-Seguramente habrá ido a visitar a Hades al infierno-comentó Hermes
-Venga,¿cómo puedes decir semejante tontería?¡Esos dos no se quieren ver ni en pintura!-exclamó Hera-. Bueno, pues ya que estás aquí-prosiguió-hazme un recado, por favor: encuentra a Zeus y dile que venga inmediatamente y que no vuelva a irse sin avisar. ¿Entendido?
-Entendido.
            Dicho esto, Hermes saltó y empezó a volar, alejándose cada vez más y perdiéndose en el horizonte. Hera entró dentro del Olimpo y se fue a su cuarto.
            A la mañana siguiente, Hera aún no tenía noticias de Zeus y Hermes no había vuelto. ¿Qué le podía haber pasado a los dos? Bajó, pues, a los bosques para visitar a Artemisa y preguntarle si sabía algo de su padre, pero desgraciadamente, ella tampoco sabía nada.
-¿Zeus? Hace mucho que no sé nada de mi padre. La última vez que nos vimos fue hace tres años.
            Así que Hera volvíó al Olimpo. Ahora ya no estaba enfadada sino muy nerviosa. Atenea, que estaba en el vestíbulo, se acercó a ella y le dijo:
-Zeus te está esperando en la terraza. Dice que vayas a hablar con él.
-¿¡En serio!? ¿¡Zeus ha vuelto!? –los nervios que tenía Hera se esfumaron como si nunca hubiesen existido.
-¡Ah!, por cierto, me ha dicho que tiene una sorpresa para ti.

            En ese momento, el corazón de Hera comenzó a latir a cien por hora ¿Una sorpresa? No se lo podía creer. Zeus nunca había tenido un detalle con ella. Hera corrió hacia la terraza y vio a Zeus allí, plantado frente a la puerta con un ramo de rosas rojas como rubíes. Zeus con mirada enternecedora comentó:
-He estado estos cuatro días buscando las rosas más rojas y perfectas para ti, mi amor. Tomad.
            Zeus le tendió el ramo de flores y Hera lo cogió y abrazó al rey de los dioses, pero, desgraciadamente, Hera se dio cuenta que en la bolsa que llevaba el dios había alguien. Extrañada, la abrió con sigilo y descubrió a una muchacha rubia y con los ojos azules. Entonces tiró el ramo de flores al suelo, lo pisoteó y se fue llorando a su cuarto. Zeus, angustiado, siguió a Hera hasta su habitación donde la descubrió con un muchacho joven con el pelo castaño y los ojos negros. Definitivamente las apariencias engañan.

jueves, 26 de abril de 2012

Un cuadro por pintar, un sueño por cumplir

Con este relato he obtenido el primer premio en el XIX Certamen Literario de Primavera de mi instituto, el IES Profesor Hernández Pacheco. Trata sobre Lana, una chica que visita la Tate Modern en Londres para cumplir su sueño de convertirse en artista.

La sensación que tuvo Lana al pisar la Tate Modern es difícil de explicar, tanto que ni la más elaborada metáfora sería suficiente para expresar la emoción que sentía la joven. Con la boca abierta caminó por todos sus pasillos, observando todos y cada uno de los cuadros expuestos allí. Sí, el arte era su pasión y estaba en aquel lugar dispuesta a todo para hacer realidad su sueño. Pasó más tiempo en la planta dedicada a Andy Warhol. Éste era su mayor influencia. Sus cuadros llenos de colores contrastados eran su inspiración. A Lana también le apasionaba su historia, llena de drogas, manipulaciones y falsas amistades movidas por los intereses de cada uno.
Pero no estaba allí para realizar una simple visita cultural, se encontraba en la galería para convertirse en lo que había querido desde que era bien pequeña: artista.
Lana se sentía completamente perdida, no sabía dónde mirar, a dónde ir...Se sentó en una mesa en la cafetería. Ésta se encontraba en la última planta del edificio. Allí se podía admirar en todo su esplendor el río Támesis. Lana pudo observar cómo los rayos de sol se reflejaban elegantemente sobre la superficie. Los barcos acariciaban cuidadosamente la piel de aquella colosal serpiente transparente y en su trayecto deformaban la imagen de la puesta de sol que se había plasmado sobre el agua dejando atrás una estela coloreada por la luz del día. En aquel momento, Lana sintió una llama en su interior. Su alma le pedía a gritos que pintase, que cogiese un lienzo y comenzara a deslizar pinceles sobre él para transportar sus ideas a la realidad. No dudó ni un segundo, ya volvería al día siguiente, ahora debía pintar, expresar lo que sentía.
Trabajó toda la noche. Dibujó primero la silueta del río y, cuando estuvo conforme, empezó con las embarcaciones. Eso sí, todo lo realizó desde su punto de vista. No quería reproducir al milímetro la realidad, quería exponer en aquel panel sus pensamientos y sensaciones, enseñar al resto del mundo sus entrañas, que observaran su interior, cómo era ella por dentro. No quería ser una imitadora de lo que veía el ojo humano, copiar la realidad. No se convertiría en una impresora de cuadros, para ello ya estaban las cámaras fotográficas. Ya lo decía Picasso, se alejó del realismo al ver que la fotografía lo superaba en plasmar en un lienzo la reproducción exacta de una escena, por eso acabó inventando el cubismo, un estilo en el que las máquinas no podían vencer y tan sólo podía mover ficha la imaginación del hombre. ”Para qué -dijo- si una cámara lo hace mejor que yo”.
Cuando Lana volvió a pisar la Tate Modern, sintió la misma emoción que el día anterior. Sí, aquel sentimiento que ni la más recóndita palabra podría describir a la perfección. Aquella sensación que te susurraba desde el interior que todo iba a salir bien y que tus sueños se convertirían en realidad. Pero eso no era todo lo que sentía , explicar en su totalidad la inmensidad de emociones que se producían y agolpaban en su interior era prácticamente imposible. Lana traía consigo el resultado de aquella pasada noche de arduo esfuerzo. Se sentía orgullosa, en su opinión era su mejor trabajo. Iba sumida en sus pensamientos cuando tropezó con alguien. Era una señora mayor, se conservaba bien, pero se notaba en su rostro la huella del bisturí. A primera vista, Lana pensó que debía de ser una persona muy experimentada, por su avanzada edad y por su forma de vestir, muy formal y elegante. Y no se equivocaba, pues las palabras que dijo la señora a continuación confirmaron sus pensamientos.
-No se preocupe -comentó la mujer, mientras recogía del suelo los folios que se le habían caído como consecuencia del choque-. Soy Rita Hawkins, dueña de la exposición “Rise Paradise”, se expone en la planta cuarta.
En aquel momento, a Lana se le iluminaron los ojos de alegría. Sintió un impulso de cogerla del brazo y retenerla allí para poder enseñarle todos los cuadros que había pintado, pero Rita se le adelantó.
-Veo que te dedicas al arte -dijo señalando la gran carpeta que traía bajo el brazo Lana. Sobresalía el cuadro que pintó anoche, el del Támesis.
-Eh, sí, sí -titubeó la chica- Es mi pasión.
-¿Me los dejas ver? Ven, te llevaré al despacho de la planta baja. Allí me los podrás enseñar tranquilamente.
Cuando se acomodaron en los asientos del despacho, Lana sacó uno de sus dibujos.
-Bueno este lo hice anoche. Se me ocurrió la idea cuando ayer veía la puesta de sol sobre el río Ta...
No le dio tiempo a terminar la frase pues quedó atónita cuando de repente Rita rajó el lienzo de cuajo.
-¿Pero qué haces?-gritó Lana
-Dime -respondió tranquilamente la Sra Hawkins- ¿Qué quieres reflejar con este cuadro?
-Pues... no sé... La visión que tengo yo del mundo, cómo veo las cosas, reflejar cómo es mi universo interior.
-Mira, en el mundo del arte todo debe tener un significado. En tu búsqueda de representar lo que tú verdaderamente sientes, en el intento de enseñar al mundo de cómo eres por dentro, te has perdido y lo que podría haber sido una obra maestra ahora carece de significado, es un cascarón vacío. Te pregunto ¿por qué los barcos son verdes?
-Porque me gusta ese color.
-Esa no es razón suficiente. Los pintores tienen que querer transmitir algo con cada elemento que añadan a su obra. Querer hacer saber qué color es su favorito no es un mensaje. Estos barcos deben tener un significado más profundo, elaborado y complicado. Este río debe contar una historia, no representar una escena bonita y colorida. -Rita se quedó callada, pensando, después prosiguió- Mañana se va a celebrar una fiesta en honor al famoso pintor Frank Stella. Te doy otra oportunidad, te dejo que presentes un nuevo trabajo en la apertura de la celebración, si superas este reto, enhorabuena, habrás cumplido tu sueño, si no, a seguir trabajando hasta que se te presente una nueva oportunidad.
Lana trabajó toda la tarde. Se sentía nerviosa. No sabía si lo conseguiría. Pasó la noche en vela. Haciendo y deshaciendo bocetos y esquemas. La papelera de su habitación se llenó de bolas de papel arrugadas, con ideas marchitas encerradas en su interior. Ya eran casi las dos de la madrugada cuando recordó las palabras de Rita Hawkins, todo debía tener un significado. La llama de su alma volvió a avivar. Alumbraba con más fuerza, luciendo y calentando la mente de la pintora, de la cual salían a borbotones ideas a más no poder. Los pensamientos de Lana se plasmaban en el papel gracias al pincel de la artista, el cual se deslizaba elegantemente de un lado para otro, dejando rastros coloreados que, en conjunto conformaban una obra maestra.
Una multitud de invitados se agolpaban alrededor del escenario, sobre éste se encontraban el homenajeado, Rita y Lana. Delante un telón rojo cubría la misteriosa pintura que podría llevar a la fama a la artista en ciernes. Con pasos temblorosos, se acercó al cuadro y lo descubrió. Primero, asombro multitudinario, después aplausos eufóricos. Rita se acercó a Lana con una sonrisa en la cara. Ambas disfrutaban de la misma sensación: orgullo.
-Enhorabuena -comentó la galerista- Te lo has ganado. Sabía desde el principio que podrías hacerlo. Pero antes de que te vayas tengo que decirte una cosa. Cuando entras en el mundo de la fama, habrá gente que querrá que te hundas y te exilien del reino de la alta sociedad, pero habrá otras personas que desearán que te quedes a toda costa. Cuidado con ambos bandos, puesto que sus armas para conseguir sus objetivos son los mismos: manipulaciones, chantajes, drogas... Sé tú misma y permanece firme. El diablo no existe, la fama sí.
Los asistentes a la ceremonia no vieron un cuadro. No percibieron las rosas caprichosas que lo adornaban. La imagen de Lana se les apareció sobre el lienzo. Éste había dejado de ser opaco y se había convertido en una ventana que daba al mundo interior de la joven. Lana había conseguido su objetivo, logró que los invitados admiraran sus sentimientos y sensaciones. Se había convertido, desde aquel momento en el que aquellas personas se adentraron en su universo, en artista.

lunes, 23 de abril de 2012

Cumpleaños centenario

Este fue uno de mis primeros poemas. Lo escribí cuando mi bisabuela cumplió 100 años. La admiro mucho pues tras haber sufrido a lo largo de su vida nunca ha perdido su enorme felicidad. En honor a mi bisabuela (que sigue sumando):


Feliz cumpleaños centenario,
tú naciste hace muchos años.
Gracias por darnos todo tu cariño,
cariño de antaño.

Tu vida ha estado llena de sorpresas,
despedidas, guerras y movidas.
Pero aún sigues alegre
y de la simpatía emerges

San Blas es tu hogar
y siempre lo será,
lugar de tus paseos
y de tus muchos juegos

Feliz cumpleaños centenario,
tú naciste hace muchos años.
Gracias por darnos todo tu cariño,
cariño de antaño.

domingo, 22 de abril de 2012

El testigo

    Con este relato gané el concurso literario de mi instituto cuando tenía 12 años. Se desarrolla en la época romana y gira alrededor del asesinato de Julio César:


    Pero, ¿cómo escapar de aquella pesadilla?, ¿debía ir a las autoridades para entregar a sus compañeros del Senado? ¿Y cómo? Ya que si iba a declarar a los ediles traicionaría a numerosos de sus amigos. Millones de preguntas se agolpaban en ese momento en la mente de Cornelio. Él había presenciado algo que no debía de haber visto, corría y corría por las ajetreadas calles de Roma cuya gente que paseaba aún no había conocido la terrible noticia. En ese agrio idus de marzo, Julio César había sido asesinado por 23 puñaladas, traicionado por un sector del Senado, que había conspirado contra él. Cornelio se escabullía por las calles para huir de la realidad, quería olvidarlo todo, quería retroceder en el tiempo y así poder evitar aquella catástrofe

     Cornelio no sabía qué hacer, tampoco sabía lo que le iba a deparar el futuro de ahora en adelante. Así pues, esa misma noche fue a visitar a escondidas a una pitonisa, aunque él no creía mucho en sus poderes, pero en aquella situación eran su única esperanza.

     La plaza de Roma estaba desierta, oscura y sombría, como si Plutón hubiera pasado por aquel lugar. Tan sólo había una mujer, tapada hasta la boca y con un mazo de cartas en la mano derecha. El senador fue a hablar con ella y le preguntó quién era:

-Soy Livia, la adivina. La gente viene a hablar conmigo para saber lo que le va a deparar el destino, para lanzar maldiciones o para deshacer alguna. ¿Para qué has venido tú, querido?
-Vengo para que me aconsejes sobre lo que tengo que hacer para escapar de una terrible pesadilla.

Ésta tan sólo le contestó:

-Enfréntate a tus miedos más profundos...

     Dicho esto, Livia abandonó la plaza sigilosamente, como si quisiera que nadie se diera cuenta de que ella había estado allí, ayudando a un senador, diciéndole lo que tenía que hacer. Cornelio se encaminó hacia su villa, que no estaba muy lejos pero debía de darse prisa si no quería llegar tarde a la fiesta que él mismo había organizado, seguro que así se olvidaría por un momento del asunto de Julio César. Mientras caminaba iba escuchando a los habitantes de la ciudad hablar, muy alterados, sobre el asesinato del César. Poco después de que él se hubiera refugiado aquella misma mañana en su casa, ya se escuchaba a la gente corriendo de un lado para otro, asustados por el terrible suceso. Las autoridades iban en sus imponentes caballos buscando en vano a los culpables.

     Cuando llegó a casa, sus amigos ya le estaban esperando, tumbados en las triclinios y comiendo los alimentos que los esclavos de Cornelio les ofrecían. Los siervos al verlo entrar le preguntaron dónde había estado, el senador ni siquiera les miró y no les respondió. Entró en la sala en la que estaban sus invitados y se sentó junto a ellos:
-Pobre César-empezó a comentar Príamo con una sonrisa pícara-, asesinado por sus propios compañeros, ¿cómo se puede caer tan bajo?

    Príamo era un centurión del ejército romano, sentía un inmenso odio hacia César y si hubiera tenido la oportunidad de unirse a los conspiradores, éste lo hubiera hecho sin pensárselo dos veces. Cornelio no dijo ni una sola palabra, tan sólo se preocupó de escuchar.
-Sí, se lo tiene bien merecido ese bastardo por abusar de su poder -explicó Pretonio, capitán de una legión-, hicimos mal en escogerle para que él fuera el nuevo dictador. Al menos ya está muerto.
-Pero ¿cómo podéis decir eso? César era un buen hombre, el pueblo le quería -replicó Proserpina, esposa de Príamo.
-¡Ja!, ¿todo el pueblo dices? ¿entonces por qué numerosas personas están contentas por la muerte de ese monstruo -exclamó el general.
-¡Perdona querido, pero César era un gran hombre y no un monstruo y ninguna persona por muy mala que sea merece morir!

     Así comenzó una larga discusión que no terminó hasta el final de la cena. Durante ésta, Cornelio escuchó y meditó sobre el asunto. El argumento de Proserpina le convenció, ninguna persona merece la muerte, por eso decidió declarar en contra del Senado.

     A la mañana siguiente, fue a presentarse a las autoridades para declarar sobre el asesinato de Julio César. Por el camino pasó por la casa de una amistad suya, Puleyo, senador, amigo de César y testigo del suceso, para contarle lo que iba a hacer. Cuando entró en la casa, los esclavos le abrieron la puerta alterados y nerviosos:
-¡Le han matado, está muerto!

     Cornelio se adentró en la casa y vio en el salón a su amigo Puleyo, muerto, con un cuchillo clavado en el pecho.
-No...no puede ser. ¡Puleyo!-gritó Cornelio, llorando y acercándose a su amigo yaciente en el suelo.

     Cornelio estaba asustado, retrocedió, con la mirada fija en el cadáver, estaba muy exaltado, se apoyó en la pared a la vez que decía en voz baja.”No, no es posible. Han sido ellos”el senador seguía con la vista clavada en el cuerpo”Ellos, los asesinos de Julio...Puleyo también sabía quiénes eran los conspiradores...Estoy en peligro, y si declaro contra ellos aún más. Debo huir”

     Aquella misma tarde, cogió su carro y le pidió a su esclavo Davo que lo condujera. Éste le preguntó que adónde iban, cuando el senador le contestó que a Cartago Nova, el esclavo se quedó perplejo. En Cártago Nova, Cornelio tenía un latidifundio, los asesinos del dictador seguramente no sospecharían de que él estaría refugiado allí. Recorrieron la Península Itálica, atravesaron la Galia y al entrar en Hispania,se encaminaron hacia el sur, hacia Cartago Nova.

     Cuando llegaron a la ciudad, el senador y el esclavo observaron el ajetreo de las calles. Pero había algo más, las personas llevaban armas desde palos hasta espadas, peleándose entre ellos. Los defensores de César y los que odiaban a éste. Cornelio miraba a los habitantes de Cártago Nova con pena, se acababa de desatar una guerrilla, la ciudad estaba envuelta en el caos. Y allí estaba más en peligro que en Roma. Por eso decidió hacerlo, decidió declarar, ya era hora de enfrentarse a sus miedos más profundos, tal y como le había dicho Livia, la adivina. Le indicó a Davo que se encaminara hacia las autoridades y éste obedeció.

     Cornelio se presentó en el imponente edificio, aquel lugar era majestuoso, con sus inmensas columnas dóricas y con una gran portón vigilado por dos soldados. Davo se quedó fuera mientras Cornelio se adentraba en el edificio. El senador les explicó su versión de los hechos, sobre los asesinos y sobre los posibles lugares en donde podrían estar escondidos:
-Muchas gracias- le dijo un policía cuando terminó de contar su relato-has sido de una gran ayuda.

     Cornelio se sentía ahora mucho mejor, se sentía más liberado, sus miedos se habían disipado, ahora no tenía nada por qué preocuparse. Al salir, no se encontró con Davo esperándole fuera montado en el carro, sino a Livia. Cornelio se acercó a ella y le preguntó:
-¿Qué haces aquí, y Davo?
-¿Davo?¿Qué Davo? Nunca has tenido un esclavo llamado Davo.-le replicó la adivina.
-¿Pe... pero cómo...?
-Oye- le interrumpió Livia-¿Acaso no crees en nuestros poderes?

     Cornelio ahora comprendió, le lanzó una sonrisa y la pitonisa se la devolvió. El senador se montó en el carruaje y los dos se encaminaron de nuevo hacia Roma.

Diario de una mujer incrédula

Este relato lo escribí hace dos años cuando estaba en 1ºESO. Está incluido en el libro recopilatorio de microrrelatos "La casa de la igualdad" de la Junta de Extremadura. En este libro, el texto que escribí estaba resumido, he aquí la versión completa:



Cáceres, 24 de Febrero de 1997

          Hoy es mi cumpleaños. Mi marido me ha regalado un ramo de flores. Esta noche vamos a salir para celebrarlo.

            No me lo esperaba, Pablo me ha llevado a cenar al Pastanostra. Nos hemos pedido una lasaña para dos. ¡Estaba riquísima!

            Ha sido el mejor día de mi vida. Me alegro de haberme casado con Pablo.

Cáceres, 24 de Febrero de 2009

          Pobre de mí. Hoy he trabajado más que nunca; además, debería de ser un día tranquilo pero ha sido justamente lo contrario.

Por la mañana, a mi hijo Juan se le ha olvidado el libro de Conocimiento del Medio y he tenido que dejar de trabajar para írselo a llevar al colegio.

Al mediodía, cuando ha llegado Pablo le he preguntado que qué tal le ha ido el día. En vez de haberme contestado educadamente, me ha gritado diciéndome que a mí no me interesa. Si no me interesa, ¿para qué le he preguntado? Me he puesto furiosa y le he dicho que no me grite. Yo creía que él me iba a pedir perdón, porque Pablo es una persona maravillosa, pero al revés, él me ha dicho que yo le perdone por haberle contestado y, por supuesto, yo lo he hecho, pues él siempre tiene razón.

            Ya por la noche, mi familia ha venido a celebrar mi cumpleaños. Por fin podía descansar. Pero qué va, “Carmen, una cerveza, por favor”, “Carmen, puedes abrirnos una bolsa de patatas”, “Carmen…” Puf, qué harta estaba, me alegré cuando todos se fueron. Ya se me quitaría ese alivio cuando viera el estropicio que habían armado allí, y que tendría que limpiar yo sola como siempre.

Cáceres, 1 de Marzo de 2009

            Hoy me he dado cuenta de que Pablo no es tan bueno como yo creía, mis amigas ya me lo advirtieron:”Carmen, ese hombre es un desastre, no sigas con él”, me repetían una y otra vez. No me puedo creer que tendrían razón. Pablo no me ayuda en ninguna de las tareas domésticas, ni en la comida, ni en limpiar el polvo, ni en pasar la mopa…Es un holgazán y, por si fuera poco, soy la única que se ocupa de Juan, estoy destrozada.
 
Cáceres, 3 de Marzo de 2009

            Mis amistades me dicen que pida el divorcio, porque así, me libraré de este sufrimiento. La verdad es que tienen razón pero no quiero herir los sentimientos de Pablo, aunque no parece que yo le importe mucho. Lo único que le interesa es ver la televisión y salir en bicicleta con sus maleducados amigos. Está él y yo, y, como en estas situaciones hay que ser “egoísta”, voy a pedirlo.

            Durante la tarde he ido a los juzgados a pedir el divorcio. Me han dicho que el juicio será el día 14 de Marzo, justamente el día del cumpleaños de Pablo. Menudo regalito se va a llevar ese gorrón.

            Por la noche, cuando le he enseñado los papeles que tiene que firmar para que me pueda divorciar de él, ha firmado y ha dicho:”Con que así van a ser las cosas”. Me ha lanzado una mirada amenazadora y se ha encerrado en la sala de estar.

Cáceres, 14 de Marzo de 2009

            El gran día, el día en el. que me voy a enfrentar a mi marido. Cuando he entrado en la imponente sala donde se va celebrar el juicio, me he puesto muy nerviosa, ¿y si Pablo se los mete a todos en el bolsillo, ya que eso se le da muy bien?

            Al principio no iba muy bien, pero cuando mi abogado y yo nos hemos puesto las pilas, todo ha marchado sobre ruedas.

            Al final, he ganado el juicio, he conseguido divorciarme de mi marido, me ha tocado la custodia de Juan, el 50% de nuestra cuenta del banco y me he quedado con el piso. Por fin voy a volver a ser feliz.