viernes, 2 de junio de 2017

Rosas

Las rosas cubren tus ojos,
pinchan sus espinas en tus pupilas.
Sólo ves empapado de rojo.
Te amarran y se clavan en tus brazos,
desgarran tu cáscara
hasta que tus venas han cortado.
Te hacen sangrar.
Y te preguntas por qué te adentraste en este jardín.
Su dueño lo ha descuidado,
es culpable de tus heridas de carmín.

Hasta que adviertes
que fuiste tú quien plantaste las astillas que ahora te hacen daño,
por las que encadenas cardenales a lo largo de tu piel.

Y clamas desesperado por quién te salvará
pero el único que ostenta en sus manos el amparo
eres tú,
tu propio ángel de la guarda,
derramarás la bendición sobre tus moratones
para consumar tu redención,

de lo contrario
las flores de hemoglobina brotarán de tu pecho
y desaparecerás entre la maraña bermellón de pétalos escarchados,
y tu última lágrima derramada
se confundirá salpicada en el rocío de la madrugada.

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