Con este relato he obtenido el primer premio en el XIX Certamen Literario de Primavera de mi instituto, el IES Profesor Hernández Pacheco. Trata sobre Lana, una chica que visita la Tate Modern en Londres para cumplir su sueño de convertirse en artista.
La
sensación que tuvo Lana al pisar la Tate Modern es difícil de
explicar, tanto que ni la más elaborada metáfora sería suficiente
para expresar la emoción que sentía la joven. Con la boca abierta
caminó por todos sus pasillos, observando todos y cada uno de los
cuadros expuestos allí. Sí, el arte era su pasión y estaba en
aquel lugar dispuesta a todo para hacer realidad su sueño. Pasó más
tiempo en la planta dedicada a Andy Warhol. Éste era su mayor
influencia. Sus cuadros llenos de colores contrastados eran su
inspiración. A Lana también le apasionaba su historia, llena de
drogas, manipulaciones y falsas amistades movidas por los intereses
de cada uno.
Pero
no estaba allí para realizar una simple visita cultural, se
encontraba en la galería para convertirse en lo que había querido
desde que era bien pequeña: artista.
Lana
se sentía completamente perdida, no sabía dónde mirar, a dónde
ir...Se sentó en una mesa en la cafetería. Ésta se encontraba en
la última planta del edificio. Allí se podía admirar en todo su
esplendor el río Támesis. Lana pudo observar cómo los rayos de sol
se reflejaban elegantemente sobre la superficie. Los barcos
acariciaban cuidadosamente la piel de aquella colosal serpiente
transparente y en su trayecto deformaban la imagen de la puesta de
sol que se había plasmado sobre el agua dejando atrás una estela
coloreada por la luz del día. En aquel momento, Lana sintió una
llama en su interior. Su alma le pedía a gritos que pintase, que
cogiese un lienzo y comenzara a deslizar pinceles sobre él para
transportar sus ideas a la realidad. No dudó ni un segundo, ya
volvería al día siguiente, ahora
debía pintar, expresar lo que sentía.
Trabajó toda la noche. Dibujó
primero la silueta del río y, cuando estuvo conforme, empezó con
las embarcaciones. Eso sí, todo lo realizó desde su punto de vista.
No quería reproducir al milímetro la realidad, quería exponer en
aquel panel sus pensamientos y sensaciones, enseñar al resto del
mundo sus entrañas, que observaran su interior, cómo era ella por
dentro. No quería ser una imitadora de lo que veía el ojo humano,
copiar la realidad. No se convertiría en una impresora de cuadros,
para ello ya estaban las cámaras fotográficas. Ya lo decía
Picasso, se alejó del realismo al ver que la fotografía lo superaba
en plasmar en un lienzo la reproducción exacta de una escena, por
eso acabó inventando el cubismo, un estilo en el que las máquinas
no podían vencer y tan sólo podía mover ficha la imaginación del
hombre. ”Para qué -dijo-
si una cámara lo hace mejor que yo”.
Cuando Lana volvió a
pisar la Tate Modern, sintió la misma emoción que el día anterior.
Sí, aquel sentimiento que ni la más recóndita palabra podría
describir a la perfección. Aquella sensación que te susurraba desde
el interior que todo iba a salir bien y que tus sueños se
convertirían en realidad. Pero
eso no era todo lo que sentía , explicar en su totalidad la
inmensidad de emociones que se producían y agolpaban en su interior
era prácticamente imposible. Lana traía consigo el resultado
de aquella pasada noche de arduo esfuerzo. Se sentía orgullosa, en
su opinión era su mejor trabajo. Iba sumida en sus pensamientos
cuando tropezó con alguien. Era una señora mayor, se conservaba
bien, pero se notaba en su rostro la huella del bisturí. A primera
vista, Lana pensó que debía de ser una persona muy experimentada,
por su avanzada edad y por su forma de vestir, muy formal y elegante.
Y no se equivocaba, pues las palabras que dijo la señora a
continuación confirmaron sus pensamientos.
-No se preocupe -comentó la
mujer, mientras recogía del suelo los folios que se le habían caído
como consecuencia del choque-. Soy Rita Hawkins, dueña de la
exposición “Rise Paradise”, se expone en la planta cuarta.
En aquel momento, a Lana se le
iluminaron los ojos de alegría. Sintió un impulso de cogerla del
brazo y retenerla allí para poder enseñarle todos los cuadros que
había pintado, pero Rita se le adelantó.
-Veo que te dedicas al arte
-dijo señalando la gran carpeta que traía bajo el brazo Lana.
Sobresalía el cuadro que pintó anoche, el del Támesis.
-Eh, sí, sí -titubeó la
chica- Es mi pasión.
-¿Me los dejas ver? Ven, te
llevaré al despacho de la planta baja. Allí me los podrás enseñar
tranquilamente.
Cuando se acomodaron en los
asientos del despacho, Lana sacó uno de sus dibujos.
-Bueno este lo hice anoche. Se
me ocurrió la idea cuando ayer veía la puesta de sol sobre el río
Ta...
No le dio tiempo a terminar la
frase pues quedó atónita cuando de repente Rita rajó el lienzo de
cuajo.
-¿Pero qué haces?-gritó Lana
-Dime -respondió tranquilamente
la Sra Hawkins- ¿Qué quieres reflejar con este cuadro?
-Pues... no sé... La visión
que tengo yo del mundo, cómo veo las cosas, reflejar cómo es mi
universo interior.
-Mira, en el mundo del arte todo
debe tener un significado. En tu búsqueda de representar lo que tú
verdaderamente sientes, en el intento de enseñar al mundo de cómo
eres por dentro, te has perdido y lo que podría haber sido una obra
maestra ahora carece de significado, es un cascarón vacío. Te
pregunto ¿por qué los barcos son verdes?
-Porque me gusta ese color.
-Esa no es razón suficiente.
Los pintores tienen que querer transmitir algo con cada elemento que
añadan a su obra. Querer hacer saber qué color es su favorito no es
un mensaje. Estos barcos deben tener un significado más profundo,
elaborado y complicado. Este río debe contar una historia, no
representar una escena bonita y colorida. -Rita se quedó callada,
pensando, después prosiguió- Mañana se va a celebrar una fiesta en
honor al famoso pintor Frank Stella. Te doy otra oportunidad, te dejo
que presentes un nuevo trabajo en la apertura de la celebración, si
superas este reto, enhorabuena, habrás cumplido tu sueño, si no, a
seguir trabajando hasta que se te presente una nueva oportunidad.
Lana trabajó toda la tarde. Se
sentía nerviosa. No sabía si lo conseguiría. Pasó la noche en
vela. Haciendo y deshaciendo bocetos y esquemas. La papelera de su
habitación se llenó de bolas de papel arrugadas, con ideas
marchitas encerradas en su interior. Ya eran casi las dos de la
madrugada cuando recordó las palabras de Rita Hawkins, todo debía
tener un significado. La llama de su alma volvió a avivar. Alumbraba
con más fuerza, luciendo y calentando la mente de la pintora, de la
cual salían a borbotones ideas a más no poder. Los pensamientos de
Lana se plasmaban en el papel gracias al pincel de la artista, el
cual se deslizaba elegantemente de un lado para otro, dejando rastros
coloreados que, en conjunto conformaban una obra maestra.
Una multitud de invitados se
agolpaban alrededor del escenario, sobre éste se encontraban el
homenajeado, Rita y Lana. Delante
un telón rojo cubría la misteriosa pintura que podría llevar a la
fama a la artista en ciernes.
Con pasos temblorosos, se acercó al cuadro y lo descubrió. Primero,
asombro multitudinario, después aplausos eufóricos. Rita se acercó
a Lana con una sonrisa en la cara. Ambas disfrutaban de la misma
sensación: orgullo.
-Enhorabuena -comentó la
galerista- Te lo has ganado. Sabía desde el principio que podrías
hacerlo. Pero antes de que te vayas tengo que decirte una cosa.
Cuando entras en el mundo de la fama, habrá gente que querrá que te
hundas y te exilien del reino de la alta sociedad, pero habrá otras
personas que desearán que te quedes a toda costa. Cuidado con ambos
bandos, puesto que sus armas para conseguir sus objetivos son los
mismos: manipulaciones, chantajes, drogas... Sé tú misma y
permanece firme. El diablo no existe, la fama sí.
Los
asistentes a la ceremonia no vieron un cuadro. No percibieron las
rosas caprichosas que lo adornaban. La imagen de Lana se les apareció
sobre el lienzo. Éste había dejado de ser opaco y se había
convertido en una ventana que daba al mundo interior de la joven.
Lana había conseguido su objetivo, logró que los invitados
admiraran sus sentimientos y sensaciones. Se había convertido, desde
aquel momento en el que aquellas personas se adentraron en su
universo, en artista.
Enhorabuena por demostrar que las ciencias y las letras van unidas de la mano.
ResponderEliminarDisfruta de tu premio.
María